Sylvia atricapilla. Es una curruca muy frecuente en el monte y sotobosque en otoño e invierno. Su nombre deriva del plumaje de la cabeza a modo de capirote, este plumaje es el que diferencia al macho de la hembra: él con el capirote negro y ella con el capirote marrón. En la Península Ibérica puede distinguirse hasta cuatro subespecies. Su alimentación en época de cría es a base de insectos, y el resto del año come frutos, zarzamoras, acebuchinas, etc. lo más curioso es que, junto a la curruca cabecinegra, se aprovechan del néctar de las flores de Hediondo (Anagyris foetida), siendo las únicas aves y el único arbusto de Europa que usan este sistema de polinización, en el que la curruca saca nutrientes al alimentarse de su néctar y la planta logra reproducirse, al llevar el ave consigo el polen a otra flor.